Biocosmética solo es la cosmética natural ecológica

Biocosmética

El primer paso para tener una piel joven y radiante es limpiar e hidratar. Y más allá, el objetivo es revitalizar y regenerar para mantenerla joven, firme y elástica, sin arrugas. Todo ello puede lograrse con ingredientes con componentes biactivos que aportan más beneficios a la piel. Y estos componentes biactivos solo se encuentran en pequeñas cantidades en las plantas. Por eso  solo la cosmética ecológica vegana certificada puede denominarse biocosmética.  

Las rutinas de belleza diaria que realizamos tanto por la mañana como por la noche tienen como objetivo principal mejorar la renovación celular de la piel y mantener su equilibrio e hidratación para que se mantenga joven y radiante durante muchos años. Este aspecto básico continúa siendo prioritario, pero los continuos avances científicos realizados en las últimas décadas empezaron a identificar ciertos componentes capaces de prevenir, retrasar e, incluso, mejorar ciertos procesos biológicos naturales como es el envejecimiento celular. Así comenzó el desarrollo de la biocosmética, capaz de cuidar la piel y reactivarla, renovarla o regenerarla, de modo que los fibroplastos continúen “fabricando” colágeno y elastina, y alargando juventud.

Estos componentes bioactivos capaces de aportar ese beneficio extra a la piel se encuentran en pequeñas cantidades en todos los productos de origen vegetal (fitoquímicos). Y en combinación con otros componentes bioactivos, inducen efectos positivos largamente demostrados en modelos de laboratorio. Parece complicado, pero es sencillo. Cada ingrediente natural de un cosmético tiene una función esencial –aporta vitaminas y minerales, por ejemplo–, una acción y respuesta beneficiosa –vamos a resumirla en hidratar– y por asociación o correlación con otros ingredientes, produce una respuesta positiva añadida, siendo la más habitual e importante, el efecto antioxidante. El cosmético resultante cubre así una necesidad básica (hidratar la piel) y por la sinergia de ingredientes, logra una acción superior (por ejemplo, el efecto antiedad).  

Todos los componentes bioactivos antiedad se encuentran en las plantas

Estos componentes bioactivos son, por citar los ejemplos más conocidos, los caretinoides, la luteína, el licopeno, los polifenoles, el resveratrol, el ácido linoleico, los péptidos activos, etc., etc., etc… Todos actúan fortaleciendo las células de la piel, permitiendo que se regeneran hasta cinco veces más y retrasando así el envejecimiento cronológico. Contrarrestan de lleno el efecto oxidativo de los radicales libres y, por ende, estimulan la fibras de colágeno. Y se encuentran en todas las plantas y alimentos vegetales de nuestra dieta, en armonía con la naturaleza para facilitar los ritmos de vida propios de todos los seres vivos, incluidos los nuestros, los de los seres humanos. Siempre de manera totalmente natural. Por eso solo puede denominarse biocosmética a la cosmética natural ecológica que certifica el origen natural ecológico de sus ingredientes.

Esta matización es importante hacerla para evitar definiciones inexactas. Porque, al igual que está ocurriendo con la bioalimentación, se suele definir de forma errónea como biocosmética a todos los productos que llevan los componentes bioactivos añadidos de forma aislada y no integrados en su composición de manera natural. Existen además muchos cosméticos presuntamente naturales a los que a sus ingredientes se les ha aumentado su biodisponibilidad mediante procesos tecnológicos de cultivos transgénicos. No es “bio” todo lo que reluce. A día de hoy el desarrollo de nuevos productos bio o el enriquecimiento de los tradicionales con determinados componentes bioactivos es una de las tecnologías más emergentes y, por tanto, una de las estrategias de marketing más usadas para hacer calar en nuestro imaginario términos como bioalimentación o biocosmética, cuando en ninguno de los casos es una cosa u otra.

Efectos adversos de la mal llamada biocosmética

Conviene, por último, tener mucho cuidado con los posibles efectos adversos de la mal llamada biocosmética, por el consiguiente riesgo de toxicidad o, más propiamente dicho, por el potencial desarrollo de sensibilidad y/o alergias, que en muchos casos ni siquiera se producen por la aplicación de un cosmético concreto, sino por la alteración de los compuestos biactivos al interactuar combinadamente con otros cosméticos. En más de una ocasión hemos comentado en este mismo blog que estas reacciones no son inmediatas, sino que se producen tras exposiciones prolongadas a lo largo del tiempo. Y aunque se establecen modelos de uso seguros, los riesgos no son iguales para todas las personas. 

Las revisiones sistémicas de los ensayos clínicos confirman que los compuestos bioactivos añadidos tienen un efecto positivo sobre la piel, mejorando su hidratación y, más allá, su firmeza y elasticidad, fruto de sus efectos antioxidantes. Pero todos sin excepción recomiendan continuar monitoreando las reacciones en el tiempo. Por poco atractivo que resulte, en UANA Cosmética os recomendaremos siempre que evitéis usar cosméticos que no estén correspondientemente certificados y no sean garantía de biocosmética real. Usando cosmética natural ecológica y un buen protector solar, y llevando una alimentación rica en frutas y hortalizas, la piel se mantendrá joven y radiante durante más tiempo. Sin necesidad de remedios mágicos que, como toda la magia, es pura ilusión.  

Si después de leer todo esto, sigues teniendo dudas… ¡No dudes en escribirnos! Estaremos encantados de resolver todas tus dudas.

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